Crónica de un gol pájaro
A 24 años de un gol que fue para recordar. Mundial 90,
Caniggia a Brasil.
Un gol que se saboreó como la final de la copa del mundo
-¡Son once igual que los nuestros! - gritó uno de mis amigos.
-¡Solo son unos brasileños creídos! – les decía para
subirnos la moral.
Brasil atacaba nuestro arco argentino que defendía Sergio
Goycochea. Desde el centro de la cancha Maradona estaba con los brazos extendidos pidiendo a sus compañeros que salgan del fondo para evitar el gol, pero no resultaba.
El público deliraba y aplaudía cada jugada, preparaba la garganta
para gritar lo que parecía inevitable, las apuestas apuntaban a que el
delantero iba a convertir el primero: Gareca y Müller iban a la cabeza en las
preferencias, sólo los de camiseta celeste y blanca en las tribunas creían en el
milagro de revertir semejante baile; todos confiábamos en Maradona, quien se encontraba cansado y lesionado, pero era Maradona.
El marcador en cero a los 32 minutos del segundo tiempo, mis
compañeros ya no podían aguantar más el suspenso y yo quería desmayarme, pero Maradona agarró la pelota e iba dejando en el camino cuanto brasilero se le acerca, como
hizo con los ingleses nada más que cuatro años atrás, y ahí, cuando sus piernas
y su tobillo izquierdo no daban más, desde su zurda mágica sale el pase para
Caniggia quien eludiendo a Taffarel empuja la pelota al gol.
-¡Gol, gol, vamos carajo!- la emoción me ahogó el grito.
Los minutos posteriores fueron eternos hasta que el árbitro
pitó el final del partido.
Pitazo final acompañado de los gritos de cada hincha que se
encontraba en el estadio, los bocinazos que usaban para mostrar su alegría, el
llanto contenido, eso era como ganar un partido del mundial.